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Financiar las compras: ¿buena o mala idea?

La financiación es una herramienta muy utilizada, tanto en la economía de los hogares como también entre las pequeñas y grandes empresas, pues les permite acceder a recursos económicos que pueden utilizar para cubrir sus necesidades, ya se trate de un gasto o una inversión. Es considerada una obligación a futuro, por lo que, como norma general, a la hora de solicitar financiación nos debemos fijar, principalmente, en el tiempo pactado para su devolución, el pago de los intereses que tendremos que afrontar como compensación por el préstamo, las comisiones -si es que las hubiera- y el importe de las cuotas.

Entre los productos bancarios de financiación más populares encontramos las tarjetas de crédito, los préstamos personales o las hipotecas, entre otros. Cada uno tiene unas características diferentes, por lo que, para saber cuál y cuándo nos conviene utilizar cada uno de ellos tenemos que plantearnos diferentes cuestiones. De esta forma, sabremos si es una buena idea, o no, financiar la compra o el gasto que tenemos que hacer. A continuación, repasamos algunas de ellas:

  • Capacidad de liquidez. Cuando hablamos de liquidez nos referimos a la facilidad de contar con dinero disponible en el momento en el que lo necesitemos. Por ello, a la hora de hacer una compra por una cuantía importante conviene identificar si, al utilizar nuestro dinero, seguiríamos teniendo liquidez o si, por el contrario, quedaríamos descubiertos ante cualquier imprevisto que pueda surgir. En el segundo caso, la financiación de dicha compra o de una parte de ella podría ser una buena idea para no gastar todo nuestro dinero. Eso sí, teniendo en cuenta siempre aspectos mencionados como los intereses, el tiempo de devolución o el importe de las cuotas.
  • Nivel de endeudamiento. Como hemos dicho, la financiación es una obligación a futuro, por lo que, antes de acudir a ella, es preciso revisar si nuestra economía personal está en condiciones de soportarla y cómo afectaría a nuestras finanzas. ¿Puedo pagar el importe de las cuotas con solvencia? ¿Tengo otras deudas? ¿Se ve afectado mi nivel de ahorro por la nueva deuda?
  • Objetivo financiero. Además de servir para adquirir bienes y servicios con formas de pago más cómodas, la financiación también puede ser muy útil para los casos en los que nuestro objetivo sea invertir o construir un patrimonio, pero no contemos con los recursos -o la totalidad de ellos- para hacerlo. Uno de los ejemplos más frecuentes es el de las hipotecas, que permiten financiar un porcentaje del inmueble en un amplio plazo de tiempo.

 

Finalmente, vale la pena recordar que, sea cual sea el producto de financiación que utilicemos, siempre es necesario asegurarnos de conocer los términos y condiciones legales establecidos, así como de contratarlo con una entidad que ofrezca todas las garantías y seguridad.